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En un país altamente vulnerable a sismos y otros desastres naturales como el Perú, la salud mental no puede quedar fuera de la respuesta ante emergencias. En este artículo revisamos por qué el soporte emocional es clave y debe activarse dentro de las primeras horas.
Ante un sismo de gran magnitud, un tsunami u otra emergencia, la mayoría de las personas presenta reacciones de estrés esperables: ansiedad, irritabilidad, insomnio o tristeza. Estas suelen disminuir con el tiempo. Sin embargo, un grupo importante desarrollará problemas que requieren atención profesional.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), entre 3% y 4% de la población afectada puede presentar condiciones mentales severas –como trastornos de ansiedad gravemente incapacitantes, psicosis, depresión severa- y entre 15% y 20% presentará condiciones leves o moderadas. En conjunto, 1 de cada 5 personas podría sufrir un trastorno de salud mental tras un desastre. Estas cifras evidencian la necesidad de incluir los primeros auxilios emocionales como un estándar básico de respuesta sanitaria.
Las primeras horas: el rol del personal en salud mental
«Los primeros auxilios emocionales se refiere a la intervención inmediata luego de un desastre natural”, explica Antonella Galli, psicóloga de la Clínica Ricardo Palma. En las brigadas de rescatistas, los psicólogos cumplen un papel crucial: brindar soporte emocional a las personas impactadas.
Se trata de acompañar, escuchar con empatía y facilitar que los afectados hablen de lo ocurrido para empezar a procesarlo “Este acompañamiento en las primeras horas es fundamental”, afirma Galli.
Además, la especialista advierte que durante los primeros días puede aparecer estrés agudo, caracterizado por recuerdos intrusivos, imágenes o sueños relacionados con el evento, así como un estado de ansiedad constante. En estos casos, los médicos psiquiatras son indispensables para descartar trastornos más graves y ofrecer tratamiento oportuno.
Poblaciones que requieren atención prioritaria
Evidencias del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi y de la OPS señalan que ciertos grupos son más vulnerables y requieren un enfoque diferenciado al ser abordados. Por ejemplo:
-Niñas, niños y adolescentes: protocolos de reunificación familiar, información adaptada, rutinas y juego como contención.
-Personas con trastornos mentales preexistentes: son altamente vulnerables a recaídas. Se debe asegurar continuidad de tratamiento y apoyo cercano de cuidadores.
-Adultos mayores y personas con discapacidad: necesitan albergues accesibles, ayudas técnicas y prioridad en evacuación.
-Gestantes, lactantes, comunidades indígenas y población migrante: requieren información multilingüe, información culturalmente adecuados y acceso sin barreras a servicios.
Capacitación y organización necesarias
Las directrices internacionales recomiendan integrar apoyo psicosocial en las políticas preventivas. Entre las acciones clave destacan:
-Crear grupos técnicos intersectoriales que articulen salud, educación y gestión del riesgo.
-Formar a trabajadores de primera línea en primeros auxilios emocionales como: psicólogos, psiquiatras, enfermeras.
-Difundir mensajes públicos consistentes que promuevan el afrontamiento positivo y la búsqueda de ayuda.
-Garantizar atención clínica en establecimiento públicos con personal capacitado y protocolos de atención especializada.
-Establecer redes de derivación entre servicios de salud, escuelas y programas de protección social.
“La salud mental debe abordarse de forma inmediata para prevenir que el estrés agudo evolucione a trastornos más severos”, indica Galli. Esto exige equipos entrenados, insumos disponibles y liderazgo clínico en cada nivel de atención en salud.
Por su parte, según recomendaciones de Gissella Soria, psicóloga del Instituto Nacional de Salud Mental para el Minsa, es necesario comprender que el proceso de recuperación es individual y depende del grado de afectación de cada persona. “Puede durar días, semanas o meses”, indica. Por eso es clave que desde los hogares se practiquen también los auxilios emocionales: escucha responsable con mensajes empáticos, fomentar espacios de diálogo abierto y practicar la tolerancia y la comprensión.
Finalmente, cabe destacar que, en caso de desastres naturales, todo ciudadano puede comunicarse de manera gratuita con la Línea 113 del Ministerio de Salud (opción 5) para recibir ayuda profesional en salud mental.

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