
VIH en Perú: avances, desafíos y la importancia del acceso continuo al tratamiento
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En un país altamente vulnerable como el Perú, la preparación frente a emergencias como sismos o tsunamis es una tarea impostergable. Más allá de la respuesta inmediata, la salud pública debe anticiparse y garantizar continuidad de servicios, protección a la población y apoyo integral.
En la preparación y respuesta ante desastres naturales, la salud pública juega un rol decisivo, abarcando todas las fases de un desastre: preparación, respuesta y recuperación.
“La salud pública desempeña un papel crucial en la preparación y respuesta ante desastres naturales. Su rol va más allá de la simple atención de heridos, abarcando todas las etapas de un desastre para proteger la salud de la población y minimizar impactos negativos”, enfatiza la Dra. Mónica Ramírez, médica ocupacional y jefa de Gestión de Riesgos de Sanitas.
En la fase de preparación, se elaboran planes de contingencia, se refuerza la infraestructura de salud, se entrenan brigadas y se fortalecen los sistemas de vigilancia epidemiológica para prevenir brotes tras la interrupción de servicios de agua o saneamiento. Durante la respuesta, se despliegan equipos médicos de emergencia, se asegura la provisión de medicamentos, alimentos y agua potable y se intensifica la vigilancia de enfermedades. En la etapa de recuperación, se prioriza la rehabilitación de servicios de salud y el apoyo en salud mental para la población. Además, se promueve la educación preventiva.
Avances y desafíos del sistema peruano
El Ministerio de Salud (Minsa), a través de la Dirección General de Gestión del Riesgo de Desastres y Defensa Nacional en Salud (DIGERD) y el Centro de Operaciones de Emergencias del sector Salud (COE Salud), lidera la preparación y respuesta con planes de contingencia específicos, simulacros nacionales junto a INDECI y la coordinación intersectorial. Además, según explica Ramírez, nuestro país cuenta con “guías de implementación de vigilancia epidemiológica en desastres y emergencias sanitarias”, así como “equipos médicos de emergencia (EMT por sus siglas en inglés) que pueden ser desplegados en zonas de desastre para brindar atención inmediata a los damnificados”.
No obstante, pese a estos avances, hay todavía algunos retos urgentes, como potenciar la preparación comunitaria.
De acuerdo con datos del sistema de Consulta Amigable del Ministerio de Economía y Finanzas, los recursos del programa presupuestal 068 orientado a reducir la vulnerabilidad y atender emergencias ha crecido, pasando de S/2,172 millones a S/3,193 millones. Sin embargo, la proporción destinada a campañas de sensibilización ciudadana es todavía limitada, representando solo el 14% del total (equivalente a S/442 millones). Una cifra que nos advierte sobre un desafío clave: invertir más en educación y prevención es fundamental para lograr que la población esté mejor preparada ante situaciones de emergencia como sismos, deslizamientos, tsunamis u otros. Escalar la educación pública puede convertir presupuesto en resiliencia efectiva dentro de los hogares, en las escuelas y los centros de trabajo.
Precisamente, en esa misma línea, Ramírez coincide: “la educación comunitaria y las campañas de sensibilización deberían ser un pilar fundamental en las políticas de preparación ante desastres. Su rol es transformar a la población de espectadores pasivos a participantes activos y resilientes”, enfatiza.
Políticas prioritarias para un futuro resiliente
En concordancia con los lineamientos del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 –un acuerdo global de las Naciones Unidas para reducir las pérdidas generadas por desastres-, hay políticas que deben asegurarse con urgencia:
-Hospitales seguros: invertir en reforzamiento estructural y operativo, priorizando las zonas costeras y de mayor riesgo sísmico.
-Equipos médicos listos para el despliegue: acelerar la acreditación de EMT nacionales y garantizar logística para el suministro de medicamentos, agua y alimentos en las primeras 72 horas.
-Alertas tempranas efectivas: integrar los avisos de la Dirección de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú en un sistema único de comunicación que llegue con mensajes claros a la población.
-Salud mental como prioridad: incorporar equipos especializados en este ámbito y asegurar canales permanentes como la Línea 113.
-Gobernanza y datos abiertos: establecer un tablero nacional de emergencia en salud que muestre en tiempo real la disponibilidad de camas, medicamentos, agua y brotes.
De igual manera, haciendo énfasis en poblaciones vulnerables, la especialista de Sanitas manifiesta que, para protegerlos antes y después de la ocurrencia de un desastre, “es crucial implementar acciones que garanticen su seguridad, dignidad y acceso a servicios esenciales”. ¿Cuáles podrían ser algunas de estas acciones? Esto es lo que indica Ramírez:
Niños, niñas y adolescentes
Son especialmente vulnerables al estrés postraumático y la separación familiar. Se deben establecer protocolos claros para la reunificación familiar y evitar así el tráfico o la explotación infantil.
–Espacios seguros: crear espacios amigables para la infancia en los albergues temporales, donde puedan jugar, recibir apoyo psicológico y continuar con su educación.
–Información adaptada: comunicar información sobre el desastre de manera sencilla y tranquilizadora, evitando lenguaje alarmante y promoviendo la resiliencia.
Adultos mayores y personas con discapacidad
-Asistencia en la evacuación: priorizar su evacuación y asignar personal capacitado para asistirlos de manera segura.
-Albergues accesibles: asegurar que los albergues temporales cuenten con rampas, baños accesibles y camas adecuadas.
-Atención médica especializada: garantizar el acceso a medicamentos y equipos médicos específicos (sillas de ruedas, oxígeno, entre otros) y brindar atención médica a quienes lo necesiten.
Mujeres gestantes y lactantes
-Atención prenatal y postnatal: establecer puntos de atención en los albergues para proporcionar atención prenatal, partos seguros y cuidados postnatales.
-Suministros especiales: distribuir alimentos nutritivos, suplementos vitamínicos, kits de higiene íntima y suministros para la lactancia.
-Prevención de violencia: implementar medidas para prevenir la violencia de género, que a menudo aumento en situaciones de emergencia.
Comunidades indígenas y migrantes
-Información multilingüe: proporcionar información sobre las alertas, evacuaciones y asistencia en sus idiomas, utilizando traductores y líderes comunitarios.
-Sensibilidad cultural: asegurar que la ayuda humanitaria sea culturalmente apropiada y respetuosa de sus tradiciones.
-Documentación: trabajar con las autoridades para asegurar que la falta de documentos de identidad no sea un obstáculo para recibir ayuda.
Prepararnos hoy para protegernos mañana
La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres estima que por cada dólar invertido en prevención se puede ahorrar hasta 15 dólares en respuesta y reconstrucción. En el caso del Perú, esta fórmula trasciende lo económico: se trata de una cuestión vital.
El reto está planteado: fortalecer la preparación no es opcional. Cada medida adoptada hoy marcará la diferencia entre la vulnerabilidad y la resiliencia frente al poder de la naturaleza.

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