
Cáncer en el Perú: una lucha que requiere acción sostenida y compromiso multisectorial
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Cada 20 de junio se conmemora el Día Nacional de la Lucha contra la Hepatitis B, una fecha que nos recuerda la importancia de la vacunación y el acceso oportuno a medicamentos antivirales para prevenir complicaciones.
El virus de la hepatitis B (VHB) continúa siendo un problema de salud pública a nivel nacional. Pese a que el Perú ha registrado avances importantes, todavía persisten grandes retos que deben ser atendidos.
“Según el Ministerio de Salud, se estima que existen más de 135 mil personas portadoras crónicas del VHB, de acuerdo a un reporte en el 2024. El país ha avanzado significativamente en reducir la carga de la enfermedad: ya no estamos considerados como zona de alta endemicidad a nivel general, pero persisten focos regionales importantes”, explica la doctora Rossana Román, gastroenteróloga hepatóloga de la Clínica Internacional. Por ejemplo, en comunidades nativas de Iquitos, la prevalencia puede alcanzar hasta el 20%, mientras que, en la costa peruana, esta oscila entre el 1% y el 3.5%, añade.
Precisamente, la doctora Paola Díaz, médico general de Sanitas Consultorios Médicos, advierte que, si bien nuestro país mantiene una endemicidad catalogada como intermedia -siendo la seroprevalencia nacional de 0.4%-, existen cinco regiones que superan el 1%, lo cual todavía representa un desafío para la salud pública. Estas son las regiones de Ayacucho, Apurímac, Cusco, Amazonas y Loreto.
El riesgo de un diagnóstico tardío
La hepatitis B es conocida como una de las enfermedades más silenciosas, puesto que puede mantenerse asintomática durante largo tiempo. Esta característica dificulta su detección temprana y favorece el desarrollo de complicaciones graves. Según explica Díaz, “la cirrosis y el cáncer hepático son las formas crónicas de esta enfermedad y que pueden ser causa de muerte (…) Se estima que, en ausencia de un tratamiento eficaz, hasta en el 20% de los pacientes con una infección crónica por VHB, los diagnósticos pueden evolucionar hacia la cirrosis u otras complicaciones hepáticas”.
Por su parte, Román profundiza en que “el riesgo de desarrollar enfermedad crónica es mayor cuando el contagio ocurre en edades tempranas. Si la infección se produce al nacer, el 90% de los bebés infectados pueden desarrollar hepatitis crónica, mientras que, si ocurre en la edad adulta, este riesgo baja al 5%”.
Vacunas: nuestra principal defensa
La vacunación es la herramienta más eficaz y segura para prevenir la hepatitis B. En el Perú está incluida de manera gratuita en el esquema nacional de vacunación con tres dosis: al nacer, a los 2 meses y a los 6 meses de edad (incluida dentro de la vacuna pentavalente). Además, se aplica a personas entre los 15 y 59 años no inmunizadas, especialmente entre quienes pertenecen a grupos de alto riesgo como recién nacidos, personal de salud y grupos con mayor riesgo de exposición como personas con múltiples parejas sexuales o que utilizan drogas intravenosas.
“Un bebé vacunado en sus primeras 24 horas de vida tiene más del 95% de protección contra la infección crónica, incluso si su madre es portadora (del virus)”, enfatiza la gastroenteróloga hepatóloga de la Clínica Internacional, quien hace un llamado a la concientización y exhorta a la población a vacunarse. Además, agrega que, todo paciente con hepatitis B debe mantener controles médicos regulares, los cuales siempre deben incluir una medición de la carga viral y evaluación de función hepática.
Por otro lado, en palabras de Díaz, el avance en la cobertura de inmunización ha sido significativo, particularmente en zonas endémicas gracias a las estrategias desplegadas por el Minsa. Sin embargo, manifiesta que se deben redoblar los esfuerzos en comunidades nativas y zonas rurales donde persisten brechas de acceso.
Medicamentos antivirales que cambian el pronóstico
Además de la vacunación, el tratamiento con medicamentos antivirales ha mejorado notablemente la calidad de vida de las personas con hepatitis B crónica. Si bien estos fármacos no eliminan el virus, sí reducen su replicación, disminuyendo la carga viral en la sangre y evitando el daño hepático progresivo.
“Los antivirales no curan la enfermedad, pero controlan su avance y reducen considerablemente el riesgo de complicaciones hepáticas. En muchos casos, el tratamiento es de por vida, con controles periódicos para asegurar su eficacia y vigilar efectos segundarios (…) Un paciente adherente al tratamiento puede llevar una vida completamente normal”, comenta la Dra. Román.
Acciones pendientes en la lucha contra la hepatitis B
Finalmente, aunque para ambas especialistas hemos avanzado en la lucha para frenar la enfermedad, el Estado debe continuar reforzando acciones para controlar la hepatitis B a nivel nacional. ¿Cuáles deberían ser algunas de estas medidas?
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