Recesión económica: ¿Cómo se relaciona con la salud pública?

La situación actual de la economía en el país genera un impacto directo que abarca, entre otros sectores, al de la salud pública. ¿Es preciso ver este contexto como un escenario negativo o más bien como una oportunidad para mejorar el sistema? Conversamos con dos especialistas y esto fue lo que nos dijeron.

El Perú viene registrando crecimientos económicos negativos y durante las últimas semanas, actores como la agencia calificadora de riesgo Moody´s, ya han advertido que nuestro país se encuentra viviendo una recesión.

Para Víctor Fuente, gerente de Políticas Públicas del Instituto Peruano de Economía (IPE), “esto va a significar que durante el 2023, el país tendrá una caída de su PBI la cual estimamos en 0.3% en el IPE, con sesgos a la baja, lo que quiere decir que es probable que sea peor”. Excluyendo lo vivido durante la pandemia, explica, se trataría de uno de los mayores resultados negativos en 25 años.

Esta situación tendría grandes implicancias sobre la generación de empleo y la reducción de los ingresos, generando así mayores condiciones de pobreza. Precisamente, anota, Mario Noriega, economista y docente de Continental University of Florida, “en una recesión económica, donde se incrementa la pobreza extrema, las personas y/o familias son más propensas a adquirir infecciones o enfermedades como la tuberculosis, entre otras; lo cual origina que el gasto en salud pública se incremente”, enfatiza.

Efectos en cadena

Para Fuente, esta etapa de estancamiento económico -en donde además la inflación todavía es elevada-, se traduciría en menor capacidad adquisitiva dentro de los hogares y esto, a su vez, en un menor consumo de ciertos alimentos indispensables para una dieta saludable. Un claro ejemplo es el de las carnes rojas, fuente de proteína que solo durante el primer semestre del 2023 se dejó de consumir por 2.1 millones de peruanos debido a la reducción de sus ingresos. “La inseguridad alimentaria en los hogares más pobres ocasiona que sus miembros tengan mayor probabilidad de sufrir enfermedades. En el caso de los niños, de padecer de anemia o desnutrición crónica, que tienen secuelas a largo plazo en su desarrollo físico y cognitivo”, comenta.

Así, con una mayor incidencia de enfermedades, se incrementaría la demanda de servicios de salud pública a nivel nacional. La pregunta es: ¿está el sistema preparado para ofrecer una atención de calidad a la ciudadanía?

En tal sentido, el representante del IPE habla acerca de un consenso bastante amplio respecto a cómo la salud pública experimenta graves problemas de gestión que hace que los recursos no se usen de manera eficiente. “Por ejemplo, las camas de los hospitales públicos tienen un rendimiento 37% menor que la de los hospitales privados. Además, un tercio de los medicamentos e insumos tienen stock para menos de 2 meses”, revela Fuente.

Puntos por mejorar

En palabras de Noriega, urge reactivar la inversión privada y pública para hacer frente a la recesión. De igual manera, específicamente en el sector salud, agrega Fuente, es necesaria una reforma del sistema. “Esto empieza por mejorar el proceso de planificación y compra de medicamentos e insumos, en donde se pase de una cobertura casi universal en el papel, hacia una cobertura efectiva”, comparte el gerente de Asuntos Públicos del IPE.

De igual manera, otro aspecto fundamental tiene que ver con una política integrada que resulte en una mejor coordinación entre instituciones y en el fortalecimiento del primer nivel de atención. “Los modelos de gestión más eficientes y con resultados comprobados terminan siendo los de las asociaciones público-privadas para la administración de hospitales y proveedores logísticos. Es necesario avanzar en esa línea, con el objetivo de asegurar el mayor bienestar de la población y de manera oportuna”, finaliza Fuente.

 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta