Uso indiscriminado de antibióticos: un riesgo para la salud pública

Cuando el uso de antibióticos se convierte en un hábito, lejos de la orientación y prescripción médica necesaria, grandes problemas de salud, que muchas veces ignoramos, pueden generarse. “Usar antibióticos sin receta médica, tomar dosis inadecuadas a intervalos inadecuados y no concluir el tratamiento, genera resistencia, volviéndolos ineficaces cuando realmente se necesiten”, comentó recientemente Manuel Espinoza, médico infectólogo del Instituto Nacional de Salud (INS). Así, al no actuar de la forma esperada, cualquier tipo de infección como es el caso de una neumonía o tuberculosis, son cada vez más difíciles de tratar y podrían evolucionar hacia un diagnóstico más grave, desencadenando desde infecciones generalizadas, mal funcionamiento de varios órganos e incluso la muerte.

Justamente, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que cada año se presentan más de 700 mil muertes en todo el mundo a causa de infecciones por bacterias resistentes a los antimicrobianos. Visto de esa forma, se trataría de un serio problema de salud pública para el cual la OMS ha previsto que, si los gobiernos no toman acciones proactivas, para el año 2050 veremos más decesos por esa causa que por algún tipo de cáncer.

“Si este fenómeno no se controla puede traer consecuencias significativas a nivel social, económico y de seguridad sanitaria, que pueden perjudicar el desarrollo de los países”, advierten autoridades internacionales.

Supervisión para mitigar el impacto

“Debe haber una regulación que controle la prescripción y dispensación de antibióticos. Esto debe hacerse solo con receta médica, al margen de que sean medicamentos genéricos o no”, sostiene Kory Rojas, infectóloga de la Clínica Ricardo Palma, quien además comparte que algunos de estos fármacos de fácil acceso son la amoxicilina, ampicilina, penicilina benzatinica, ciprofloxacino, azitromicina y levofloxacino.

Como una medida para combatir la problemática, la Dirección de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) recuerda que toda farmacia y botica en el país debe solicitar de forma obligatoria la presentación de una receta médica para poder comercializar esta clase de medicamentos. En caso de no acatarse la norma vigente, dicho establecimiento estaría sujeto a una multa equivalente a una UIT (S/4,950).

Gina Huaraj, farmacéutica clínica de la Digemid anota, además, que toda receta debe ser actual. Es decir, no haberse utilizado anteriormente ni tampoco presentar enmendaduras, según lo estipulado en el Reglamento de Establecimientos Farmacéuticos del país.

A su vez, Rojas agrega que las medidas del Estado deben ir más allá de la vigilancia permanente a estos establecimientos. “Debe mantenerse ampliamente informada a la población sobre el peligro de la automedicación a través de charlas informativas y en las áreas de emergencia y de consulta ambulatoria, debe haber información a la mano”, refiere.

De igual manera, los gobiernos de otros países como es el caso de México, enfatizan en la necesidad de contemplar una intervención multidisciplinaria como posible solución. Desde su
perspectiva, para alcanzar un uso racional de antibióticos, debe estructurarse un trabajo  articulado entre el cuerpo médico, farmacéutico, de enfermería y otros profesionales de la salud. Una labor más integrada ayudaría a evitar las recetas médicas innecesarias, la selección de tratamientos inadecuados, la automedicación y la falta de compromiso con el tratamiento por parte de los pacientes.

Finalmente, el infectólogo del INS exhorta a la ciudadanía a que antes de tomar cualquier tipo de medicina es necesario acudir al médico y, en caso de estar llevando un tratamiento
específico, seguir al pie de la letra las indicaciones de uso (dosis y horas señaladas).  

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